MUÑECAS

CRONICAS DESDE MIAMI

 

Alexis Ortiz

 

                             MUÑECAS

 

        Lo  más emocionante del libro “LAS MUÑECAS DE LA CORONA, los crímenes y perversiones del chavismo en el poder”, de la periodista Ibéyise Pacheco, criolla bella e inteligente, está en la introducción cuando ella le agradece a su madre “por parirme en Venezuela”.

          Yo también, aunque soy refractario a los nacionalismos, como esos tribales de Cataluña y el Brexit disfrazados de posmodernos, agradezco ser venezolano, porque su Democracia me acostumbró a ser tolerante y cosmopolita.

          Ya se sabe que el castrochavismo condujo a Venezuela al degredo. La deletérea alianza del comunismo cubano, el terrorismo musulmán, el narcotráfico y el oportunismo populista de un segmento de sus élites, llevaron a un país amable a la ruina política, económica y  moral.

          Pero era necesario conocer los detalles, la descripción viva y desgarradora, de la cruel, corrupta, asesina y descarada tiranía que con antifaz democrático, le impusieron el comediante eterno Hugo Chávez y su titiritero Fidel Castro, a nuestro pueblo hoy en el filo de la desesperación.

          Y eso fue lo que hizo con maestría la Pacheco, una investigación rigurosa y contundente, que nos explica los entresijos del latrocinio castrochavista, esta vez a través del uso de reinas de belleza, muñecas de concurso, para corromper a aliados políticos y de negocios, “endógenos y exógenos” como le hubiera gustado llamarlos el patético comandante Chávez.

          A Chávez, los Castro, Maduro, José Vicente Rangel, Diosdado Cabello, Tarek el Ayssami, Vladimir Padrino, Aristóbulo Istùriz, Rafael Ramírez, Cilia Flores, el teniente Andrade, el pollo Carvajal, hermanos Rodríguez, Merentes, Gorrín, cómplices como el conocido organizador del Miss Venezuela, los gobiernos de Rusia, Cuba, China, Dubai, Irán, Bielorrusia, Zimbabue, Nicaragua, Siria, los impresentables Lula Da Silva, Cristina Kirchner, obispo Lugo, Daniel Ortega, Evo Morales, Rafael Correa, Mel Zelaya, Mono Jojoy…los encontramos nombrados o sugeridos en el libro, para disolver olvidos.