DIOS SALVE A MEXICO
Alexis Ortiz
Especial para “El Globo”
El populismo anda ahora de “rabo alzao” con el triunfo del demagogo Andrés Manuel López Obrador (AMLO), en las recientes elecciones mexicanas. Ojalá que el mandato de ese caudillo virulento y oportunista no le cuesta a México la tragedia que los venezolanos padecemos actualmente.
El populismo es paternalismo del estado, clientelismo político, indisciplina fiscal, acaparamiento del poder por el caudillo gobernante (en este caso AMLO), corrupción en versión de soborno social, patrioterismo ramplón, acoso a la sociedad civil, chantaje a los empresarios, limitaciones a la libertad de expresión, castigo despiadado a los desobedientes al mandamás, horror a la economía abierta, en fin, todas las características del comunismo y el fascismo, que son las dos caras inocultables del populismo.
Frente a populistas como AMLO hay que actuar sin complejos, vigilar que no abuse del poder e imponga su dominio por la pusilanimidad de la dirigencia democrática. De entrada hay que crearle un liderazgo alternativo a la política seguramente deletérea que el jefe de Morena le aplicará a los mexicanos.
Para comenzar a derrotar desde el primer día a AMLO y recuperar a los buenos ciudadanos que cayeron en la trampa de votar por él, es imperativo practicar un nuevo modo de hacer política democrática. Actuar desde el humanismo cristiano que exige respeto al ciudadano, evitar manipulaciones, deslindarse del vicio mediático, la política como espectáculo, el derroche estéril del “marketing político” y, desde luego, entrenar a los activistas para el protagonismo crítico, para entender la militancia como un servicio público.
Si volvemos a los modos de hacer política que crearon el escenario propicio para el ascenso de AMLO y sus admirados Fidel Castro, Hugo Chávez, Salvador Allende, Evo Morales, Daniel Ortega y otros, el destino de Hispano América es repetirse en avances y retrocesos que pulverizan las oportunidades de desarrollo sustentable de nuestras naciones.